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lunes, 9 de marzo de 2009

BATALLA DE TALAVERA DE LA REINA. TESTIMONIOS Y RECORRIDO FOTOGRÁFICO


PLANO DEL CAMPO DE BATALLA DE TALAVERA EN RELIEVE

PERFIL DE LA PENDIENTE ENTRE CERRO MEDELLÍN Y CASCAJAL




PANORÁMICA DEL TERRENO ENTRE TORRIJOS Y ALCABÓN


SABLE MODELO AÑO XI DE CABALLERÍA LIGERA FRANCESA. EN ALCABÓN SALIERON A RELUCIR CONTRA EL REGIMIENTO DE VILLAVICIOSA



CERRO MEDELLÍN DESDE LA DERECHA DEL CASCAJAL


CERRO MEDELLÍN DESDE EL CASCAJAL, A LA IZQUIERDA LA LÍNEA DERECHA ALIADA HACIA TALAVERA


MISMA POSICIÓN MÁS CENTRADA

LA GRAN BATERÍA FRANCESA ESTABA SITUADA A LO LARGO DEL CASCAJAL Y LA ALTURA COLINDANTE A SU IZQUIERDA, HOY SEPARADAS POR LA AUTOPISTA A5


VISTA DESDE LA POSICIÓN FRANCESA, SE PUEDE VER EL BARRANCO QUE PRODUCE EL CAUCE DEL ARROYO PORTIÑA, AL FONDO GIRA A LA DERECHA. AL ATRAVESAR LA CURVA , EL PORTIÑA SE DIRIGE HACIA TALAVERA POR LA LLANURA DONDE SE POSICIONABAN LAS TROPAS ESPAÑOLAS


LA CURVA DEL CAUCE Y LA LLANURA DONDE SE ENCONTRABA EL PAJAR DE VERGARA


LA ALTURA COLINDANTE POR LA IZQUIERDA DEL CASCAJAL TERMINA EN ESTA LOMA REDONDEADA. EN ESTA POSICIÓN SE ENCONTRABA EL 54 Y 45 DE INFANTERÍA FRANCESA BAJO COBERTURA DE ARTILLERÍA. EL PORTIÑA TRANSCURRE A LA IZQUIERDA DE LA FOTOGRAFÍA.

VISTA DE TALAVERA DESDE LA LOMA ANTERIOR


POSICIÓN ESPAÑOLA, A LA DERECHA TALAVERA


FALSA CIMA EN EL CERRO MEDELLÍN, AL FONDO SE APRECIA LA VERDADERA


POSICIÓN IZQUIERDA FRANCESA DESDE EL CERRO MEDELLÍN


VISTA DESDE LA CIMA DEL CERRO MEDELLÍN, A LA DERECHA ESTÁ EL EMBALSE DONDE SE ENCONTRABA LA LLANURA DONDE SE PRODUJO LA CARGA DEL 23 DE DRAGONES LIGEROS INGLESES Y EL 1º DE HUSARES DE LA KGL. A LA IZQUIERDA SE ENCUENTRA EL ANTIGUO MONUMENTO EREGIDO POR LA BATALLA

ATALAYA EN LA SIERRA DE SEGURILLA


VISTA DE LOS CERROS MEDELLÍN, CASCAJAL Y PARTE DEL CAMPO DE BATALLA DESDE LA SIERRA DE SEGURILLA


CIMA DEL CERRO MEDELLÍN, AL FONDO EL ANTIGUO MONUMENTO


VISTA ,DESDE LA SIERRA DE SEGURILLA, DEL CAMPO DE BATALLA


PARTE TRASERA DEL CERRO MEDELLÍN DONDE, SEGUN LOS PLANOS DE LA ÉPOCA, SE ENCONTRABA EL HOSPITAL ALIADO. A LA IZQUIERDA SE PUEDE VER EL NUEVO MONUMENTO . AL FONDO TALAVERA


Partes del General español D. Gregorio de la Cuesta

PARTE PRIMERO. 28 de julio de 1809
Anteanoche comuniqué a V. E. desde la orilla izquierda del Alberche que temía ser atacado por la fuerza que el enemigo ha reunido en Talavera, en caso de quedarme separado de los ingleses. Esta consideración me hizo volver a pasar el río, ayer por la mañana, y tomar la posición que había convenido con el General Wellesley, formando ambos ejércitos una línea al frente de Talavera, tomando ventajas de las empalizadas, y de cuanto ofrecía el terreno. Apenas habíamos formado nuestra línea en esta posición, cuando ayer a las cinco de la tarde se presentó el enemigo en número, según calculamos, de 40.000 hombres, de los cuales 5.000 eran caballería, y al momento atacaron nuestra línea con la mayor obstinación, dirigiendo su principal fuerza sobre la izquierda, ocupada por los ingleses, tratando de rodearlos por aquella ala. El ataque y defensa fueron igualmente obstinados, tanto que llegaron a la bayoneta; pero al fin los enemigos fueron dos veces rechazados con mucha pérdida en muertos y heridos, habiendo durado la acción hasta las ocho y media de la tarde: los ingleses han sufrido también pérdida, especialmente en oficiales. Nuestra pérdida no ha sido considerable, y hablando en general, nuestras tropas se han portado con valor y firmeza, a excepción de tres cuatro cuerpos, que cometieron algunas faltas, de las cuales hablaré despacio. Esta mañana muy temprano el enemigo renovó el ataque, que aun continúa a las siete de esta tarde; pero ha sido constantemente rechazado, y espero que seguirá siéndolo. José Napoleón se halló presente hasta esta tarde, que sabemos haberse retirado con su guardia a Santa Olalla; y que 98 carros de heridos pasaron el Alberche con él. No tengo lugar para entrar en más pormenores, habiendo estado con todas mis tropas sobre las armas por tres días en el campo de batalla, con falta total de provisiones, y medios de alcanzarlas; pues los comisarios y sus dependientes en este ramo se ausentaron de ambos ejércitos cuando oyeron los primeros tiros.
Dios guarde a V. E. muchos años. Talavera 28 de julio de 1809.—Gregorio de la Cuesta.—Excmo. Sr. D. Antonio Cornel.

PARTE SEGUNDO 29 de julio de 1809
Excmo. Sr. A las siete de ayer tarde participé a V. E. desde el campo de batalla que seguían con obstinación los ataques del enemigo y nuestra defensa. Luego que entró la noche calmaron las hostilidades; pero sin abandonar los enemigos sus posiciones, hasta poco antes de amanecer que empezaron su retirada,y han repasado el Alberche con dirección a Cazalegas y Santa Olalla, desesperanzados ya de poder arrojarnos, ni aun conmovernos de nuestra posición. Han dejado su campo sembrado de cadáveres y de heridos, que no han tenido tiempo ni arbitrio de retirar. Han sufrido una pérdida horrorosa, que hubiera sido mayor si el cansancio y falta de alimento de nuestras tropas nos permitiese el perseguirlos. Los ingleses también han sufrido mucho en la pérdida de tres generales, muchos oficiales subalternos y alguna tropa; pero no se les puede negar la gloria de haber combatido con mucho valor y disciplina y de haber hecho conocer a los franceses que no les cederán jamás en ningún empeño, especialmente si son dirigidos y mandados por su sabio, activo y valeroso general Sir Arturo Wellesley.
Las tropas españolas, y especialmente los cuerpos que tuvieron mas proporción, no dejaron que desear en su denuedo y bizarría. El fuego horroroso y bien sostenido de nuestra infantería desbarató los repetidos ataques del enemigo, y las acometidas de nuestra caballería les han causado mucho daño. El regimiento del Rey, particularmente, se ha cubierto de gloria les ha tomado algunos cañones en concurrencia con los ingleses, un general, un coronel, y varios oficiales prisioneros. Sin embargo de que me reservo hablar de los demás para premio de los que se han distinguido, pido desde ahora que su coronel el brigadier D. José María de Lastres sea promovido a mariscal de campo por haber atacado a la cabeza de su regimiento, dando el mejor ejemplo.
Por las declaraciones de los prisioneros sabemos que al ataque de ayer mañana asistió toda la guardia de José Napoleón, en la que fundaba todas sus esperanzas. Acabo de saber que su ejército consternado se dirige a Toledo, sin víveres ni medio alguno de subsistir. Finalmente, la premura del tiempo solo me permite decir que ha sido la acción más gloriosa e importante de toda la guerra y la que espero que nos abrirá el camino para el Ebro, luego que tengamos lo mas necesario para alimentar la tropa.
Dios guarde a V. E. muchos años. Cuartel general del campo de Tala vera 29 de julio de 1809.—A las 10 de la mañana.—Excmo Sr.—Gregorio de la Cuesta.— Excmo. Sr. D. Antonio Cornel.

PARTE TERCERO 7 de agosto de 1809
Excmo. Sr.—Trasladado mi cuartel general el día 21 del corriente a Velada, según di parte a V. E. aquella misma noche, después de haber visto en Oropesa en la tarde del propio día el hermoso y lucido ejército inglés, que se había reunido todo en dicha villa, mandé situar mi vanguardia delante de Velada, concluido que fue por la noche el fuego de nuestras guerrillas con las avanzadas y cuerpo de vanguardia enemigo, establecido entonces y apoyado en el lugar de Gamonal, dos leguas distante de Talavera, el que fue arrojado y perseguido hasta el Casar. Al amanecer del 22, todo mi ejército reunido en la gran llanura que media entre Velada y Talavera, dispuse que la vanguardia, al mando de su intrépido jefe el brigadier D. José de Zayas, cargase al enemigo que se había reforzado con la división del General Latour Moubourg, y ordené que las divisiones de infantería y caballería marchasen en columnas cerradas para que avanzando hacia Talavera protegiesen el ataque, si los franceses tenían la osadía de hacerse fuertes a la entrada de esta villa, como parece tenían determinado. El parte de Zayas, que traslado, dará a V. E. un conocimiento perfecto de lo ocurrido en esta mañana.
Todo el ejército siguió a la vanguardia, pasando por Talavera, y tomó posición en el olivar que hay entre esta villa y el río Alberche. El ejército británico, en la noche del 21, hizo su marcha desde Oropesa, y al amanecer del 22 se hallaba ya reunido al nuestro; y mientras la vanguardia atacaba y arrollaba al enemigo, atravesó igualmente por Talavera para tomar la posición de nuestra izquierda según el plan convenido. Era ciertamente, Excmo. Sr., una vista majestuosa la del ejército combinado, formado en un llano de dos leguas, marchar al enemigo, y muy brillante a la verdad la que presentaba el inglés, que caminaba en un orden inimitable. Toda la tarde del 22 se estuvo batiendo el campo enemigo, donde tomamos algunos prisioneros entre el bosque y los olivares, que no pudieron alcanzar al cuerpo de su vanguardia, retirado precipitadamente por la intrépida carga de nuestra caballería.
En todo el día 23 no ocurrió cosa alguna particular, y todo él se empleó en hacer reconocimientos de la posición del enemigo, que había reconcentrado sus fuerzas en el pueblo de Cazalegas, y alturas inmediatas, teniendo una fuerte vanguardia, sostenida de algunas piezas de artillería, sobre el puente y vados del río Alberche, que estuvieron haciendo fuego la mayor parte del día a nuestras partidas de guerrilla.

Acordé con el general en jefe del ejército de S. M. B., Sir Arthur Wellesley, el ataque del puente y vados antes de que amaneciese el 24, y para el efecto hice salir a la quinta división de infantería, al mando del Mariscal de Campo D. Luis Alejandro Bassecourt, en la tarde del 23, para que pasando por el vado de Cardiel, tres leguas distante de Talavera, hiciese una marcha por las alturas de su frente, para caer al amanecer del 24 sobre la retaguardia y flanco derecho del ejército enemigo sobre Cazalegas, pues a esta hora ya debía yo hallarme por su flanco izquierdo y parte de su frente, y el ejército inglés por toda su derecha. La fuga del enemigo en la noche del 23, destruyó este plan; y cuando al amanecer del 24 vimos el campo enemigo libre, creí preciso perseguirle con solo mi ejército (pues el británico permaneció en Cazalegas y orillas del Alberche), esperanzado en alcanzar a toda su retaguardia o parte de ella. Las noticias que inmediatamente adquirí de su dirección, eran de que mitad de fuerzas habían tomado el camino de Santa Olalla y Cebolla, y con este motivo dividí mi ejército para que siguiese en ambas direcciones. A pesar de la marcha forzada de mis columnas, que en pocas horas hicieron sin descanso esta jornada, no pudo conseguirse el objeto, porque el enemigo había empezado su retirada temprano, y caminaba a un paso veloz. Me situé el 24 en Santa Olalla: hice venir a esta villa las divisiones que habían marchado a Cebolla, a excepción de la quinta que dejé de observación en este pueblo, y se situó la vanguardia en las cercanías de Alcabón, desalojando las partidas enemigas que le ocupaban, y batidas que fueron estas por las nuestras se les persiguió hasta las inmediaciones de Torrijos, en cuyo pueblo estaba fuerte y había ya tomado posición un cuerpo de su ejército. Todo el día 25 se pasó en dar algún descanso a las tropas,y proporcionarles víveres, que se consiguieron con suma escasez, y nunca llenaron las necesidades. Las partidas enemigas en este día hicieron varias tentativas, ya para desalojar las nuestras de sus puntos, ya para hacer reconocimientos de nuestras posiciones, y de ambos fines se les privó por la intrepidez de los comandantes de guerrilla que los atacaban en todos sentidos, e impidieron constantemente el acercarse. A las 9 de la noche de este día tuve avisos de que el enemigo se dirigía en fuerza sobre Torrijos y que todo su ejército estaba en movimiento; aunque las noticias no detallaron la dirección principal del grueso de él. En consecuencia hice mis prevenciones a los generales, despachando avisos al general Wellesley y por consecuencia de su determinación y dictamen, y en vista de hallarse atacada fuertemente mí vanguardia en la mañana del 26, por fuerzas muy superiores, e indicar el enemigo querer empeñar un ataque general, resolví retroceder hacia el Alberche para nuestra reunión, que verifiqué en la tarde del mismo día.
Los partes del brigadier D. José de Zayas, y del teniente general duque de Alburquerque demuestran la acción que sostuvieron en la mañana de este día, y en la cual acreditaron una firmeza y valor los cuerpos que se mencionan, así como la dirección, previsión y serenidad de aquel brigadier y este general, tantas veces acreditadas, no menos que el ardiente deseo con que ambos anhelan ocasiones de llenarse de gloria.
Así concluyó, pues, la tarde del 26 y habiendo conferenciado con el general Wellesley en esta noche, sobre nuestra situación, quedó resuelto, que mi ejército repasaría el Alberche al amanecer del siguiente día, y tomaría la derecha de la línea convenida, y el suyo toda la izquierda. La vanguardia inglesa permaneció esta noche en Cazalegas y sus alturas, al mando del teniente general Sherbrooke; pero debía retirarse también a la parte de acá del citado río, como lo verificó en la mañana del 27.
Es de advertir, que habiéndose retirado al amanecer del 24 el mariscal Víctor, del punto que ocupaba del otro lado del Alberche, huyendo del ataque determinado para el amanecer de este día por el ejército aliado, consiguió reunirse en las inmediaciones de Toledo con el cuerpo de ejército del General Sebastiáni y 8.000 hombres de la guardia del Rey intruso, quien tomó el mando de todo él, ayudado de los mariscales Jourdan y Víctor y del general Sebastiani. Considerando que el enemigo quería empeñar una acción general, en vista de los partes que frecuentemente llegaban de haber avanzado y ocupado a Santa Olalla con todo su ejército, en la tarde del 26, adelantando su vanguardia en la dirección del ejército aliado; se tomó al amanecer del 27 la posición convenida, y el general Wellesley ordenó al general Mackenzie que con una división de infantería y una brigada de caballería inglesa quedase en el olivar del lado derecho del Alberche, para que, sirviendo de vanguardia, cubriese el flanco izquierdo de su ejército.
La posición en que estaba situado todo el ejército combinado ocupaba una extensión de tres cuartos de legua. La derecha, que apoyaba en el Tajo, estaba cubierta por nuestras tropas, extendiéndose por delante de Talavera. El terreno por la izquierda, guarnecido por el ejército inglés, era abierto y dominado por una altura elevada, sobre la cual se colocó en escalones con segunda línea competente una división de infantería inglesa, a las órdenes del General Hill. Había entre esta altura y una cordillera de montañas más distantes una cañada, que el general en jefe inglés Wellesley no mandó ocupar al principio, en consideración a que era dominada por la expresada altura, y porque le pareció demasiadamente distante para influir en la esperada acción. Todo el terreno que ocupaba el ejército español está cubierto de olivos, con bastantes sinuosidades, barrancos y vallados. El camino real que dirige al puente del Alberche estaba defendido por una fuerte batería al frente de la ermita de Nuestra Señora del Prado, que ocupaba nuestra infantería, las demás avenidas al pueblo estaban defendidas de un modo semejante. Talavera lo estaba por la guarnición señalada al efecto y el resto de la infantería española, formado en dos líneas, estaba situado detrás de un vallado que está a la salida del pueblo y formaba línea con la posición inglesa. En el centro, y entre los dos ejércitos, había un pedazo de terreno alto, en que los ingleses empezaron a construir un buen reducto, teniendo a su espalda una porción regular de terreno llano. Dicho punto le ocupó el general inglés Campbell, que mandaba una división de infantería, sostenida por la brigada de dragones del General Cotton, y por algunos otros cuerpos de nuestra caballería.
Colocado el ejército combinado en esta forma, se presentó el enemigo en una fuerza considerable, manifestando desde luego querer atacar la división de vanguardia del general inglés Mackenzie. Con efecto, emprendió él ataque antes que este pudiese retirarse a su posición; pero estas valientes y disciplinadas tropas, que se componían de la brigada del general Mackenzie, la del coronel Donkens, la brigada de caballería del general Anson, y sostenidos estos cuerpos por el general Payne, con los otros cuatro regimientos de caballería, situados en la llanura de Talavera y el olivar, se retiraron en un orden admirable, aunque con alguna pérdida en el olivar, particularmente en dos cuerpos de los que componían esta división. La disciplina, firmeza y valor de todas estas tropas, así como la maestría y conocimientos del general Mackenzie, se acreditaron en todos estos movimientos; siendo digno este general de los mayores elogios y admiración, por la pericia y serenidad con que condujo y retiró esta división sobre la izquierda de su ejército.
Crecía el número de enemigos sobre el lado derecho del Alberche, a proporción que el día se adelantaba, y todo indicaba su resolución de dar batalla al ejército combinado.
Al oscurecer empezó su ataque por un fuerte cañoneo y carga de toda su caballería sobre la derecha, ocupada por la infantería española, con el objeto al parecer de romper la línea que guarnecíamos en la forma detallada ; pero fue recibido con un fuego formidable y perfectamente bien sostenido, así de fusil como de cañón, que le desconcertó; y puesto en fuga como a las ocho y cuarto de la noche, adelantó el enemigo una fuerte división por el valle, a la izquierda de la altura que ocupaba el general inglés Hill, de la cual con suma pérdida logró posesionarse momentáneamente, pero Hill les cargó a la bayoneta en el instante con el mayor denuedo, y la recuperó. Repitió el enemigo, durante la noche, este ataque; pero siempre sin fruto, y perdiendo mucha gente. Volvió al amanecer del día 28 con dos divisiones de infantería; pero siempre fue rechazado por el bizarro Hill, a quien no arredraban estas repeticiones, ni el aumento progresivo de fuerzas con que las hacían.
El general Wellesley, en consecuencia de los repetidos ataques del enemigo por el valle del lado izquierdo de la altura, mandó colocar en ella dos brigadas de su caballería. Los franceses, en vista de este movimiento, guarnecieron de tiradores la cordillera de montañas a la izquierda del valle, los cuales fueron atacados por la quinta división de infantería de mi ejército, al mando del mariscal de campo D. Luis Bassecourt, que les desalojó del puesto con mucha pérdida.
El ataque general empezó por la marcha de diferentes columnas de infantería enemiga en el valle, con el objeto de atacar la altura ocupada por el general Hill. Estas columnas fueron cargadas por dos cuerpos de dragones ingleses al mando del general Anson, dirigidos por el teniente general Payne, y sostenidos por la brigada de línea del general Tanne. Padeció mucho uno de los dos regimientos de dragones ingleses, pero la carga produjo el efecto de desconcertar el plan del enemigo y de causarle una horrible pérdida. Al mismo tiempo cargaron los franceses la posición del centro del ejército, que ocupaba el general inglés Campbell, y por su derecha el teniente general D. Francisco de Eguía. Fue rechazado completamente el enemigo por ambos generales, a cuya infantería sostenía el regimiento de caballería del Rey, y la división del teniente general D. Juan de Henestrosa. Este cuerpo se llenó de gloria en la carga que hizo sobre la infantería enemiga, habiendo destrozado la columna que atacó, y dando lugar a que se tomase por la infantería inglesa, protegida por la española, la artillería enemiga. En el mismo instante que esto sucedía, el enemigo atacó vivamente el centro del ejército inglés, que mandaba el general Sherbrooke; el ataque fue recibido con extraordinaria gallardía, y batido el enemigo por toda la división inglesa a bayoneta calada; pero la brigada de guardias inglesas, que en su carga no conocía límites para avanzar, su mismo ardor la precipitó, e hizo adelantar demasiado, viéndose en consecuencia obligada a retroceder bajo los fuegos de la segunda línea, compuesta de la brigada de caballería del general Cotton, y de un batallón de infantería destacado de la altura por el general Wellesley, luego que observó que se adelantaban los guardias. El general Howard, que mandó la caballería inglesa, se condujo con la mayor bizarría, e hizo los más importantes servicios.
Al teniente general D. Francisco de Eguía, mi segundo en el mando del ejercito, puse sobre mi izquierda con las divisiones tercera, cuarta y quinta del mando de los generales marqués de Portazgo, D. Rafael Manglano, y D. Luis Alejandro Bassecourt; pero la de este General pasó a sostener la división de caballería del teniente general duque de Alburquerque, que había destacado de refuerzo al ejército británico. Traslado los partes que me han dado los Generales que se expresan, para conocimiento de S..M.
Yo tomé a mi cuidado inmediato el centro y derecha, sin embargo de acudir al todo, y vi con suma satisfacción que los generales de la primera y segunda división los mariscales de campo Marqués de Zayas, y D. Vicente Iglesias, llenaron sus deberes; así como el de la reserva D. Juan Bernuy, y el teniente genera! D. Juan de Henestrosa, que mandó la primera división de caballería, acudían a los parajes por donde intentaba penetrar el enemigo, o amenazaba hacerlo. La pérdida de los enemigos es formidable: dejaron en el campo de batalla de 4 a 5.000 muertos, y se regula, según todas las noticias recibidas, en 5.000 el número de sus heridos. Han tenido 2 ó 3 Generales muertos, varios heridos, y 400 oficiales lo menos. Les hemos tomado 16 piezas de artillería, con muchos carros de municiones y su derrota fue de las mayores, atendido a que fue una batalla sobre la defensiva. Los ingleses han tenido muertos el general Mackenzie, y el brigadier general Langwerth, y muchos otros oficiales de graduación y mérito distinguido. El número de sus oficiales muertos y heridos llega a 260 y a 5.000 el de la tropa. Nuestra pérdida ha sido considerablemente menor: ha salido herido el mariscal de campo D. Rafael Manglano, hemos tenido 50 oficiales muertos y heridos y 1.150 individuos de tropa. Nuestra artillería se ha portado bizarramente, y los nombres de los oficiales que particularmente se han distinguido, van expresados en los partes que he copiado de los Generales.
Faltaría a mi deber si no explicase a V. E. para noticia de S. M., que es superior a todo elogio la conducta del jefe inglés Sir Arturo Wellesley, y la de los generales, jefes, oficiales y tropa de su valiente ejército. El mío entero ha sido testigo del heroico entusiasmo con que estos fieles aliados han derramado abundantemente su sangre en defensa de nuestra libertad, y no hallo expresiones con que demostrar el agradecimiento que reina en nuestros corazones; he oído con suma complacencia a mi ejército vitorearle después de la batalla, y mezclar en sus demostraciones de afecto y de reconocimiento los nombres de Patria y Fernando, con los de nuestros esforzados y fieles aliados. Dejo la recompensa de estos altos y eminentes servicios a S. M. que sabrá con mano generosa acreditar a la nación británica, por medio de condecoraciones a sus Generales, el aprecio y estimación que merecen por sus heroicos servicios.
Recomiendo a V. E. particularmente al brigadier D. Santiago Whittingham, que sigue al ejército español, y ha sido herido de bastante consideración, estando al frente de nuestras tropas en lo más fuerte del ataque, y animándolas con su ejemplo y bizarría: a los coroneles Lord Vizconde Macduff, y D. Felipe Roche, que han manifestado un valor extraordinario en esta batalla, acudiendo a todos los puntos de la línea donde había el mayor riesgo, y mostrando la adhesión particular a nuestra justa causa, difícil de explicar dignamente; como también al Teniente Coronel Campbell, que está en la vanguardia del ejército hace cuatro meses, sirviendo siempre con mucha distinción. El teniente coronel D. José OLowlor, comandante del regimiento de caballería de Borbón y comisionado cerca del ejército inglés, estuvo durante toda la batalla al lado del general Wellesley, y por su valor y conducta militar ha merecido la recomendación de este dignísimo general.
Los mariscales de campo D. Ramón Villalba; marqués de Malespina; D. José Maria Alós, mayor general de infantería; D. Manuel Zapino, comandante general de ingenieros D. Gregorio Rodríguez, comandante general de artillería; y D. Tomas O'Donojú, asistieron a mi inmediación durante toda la acción, para ejecutar las providencias que yo tomaba: los brigadieres marqués de Ariza, D. José Navarro Falcon, D. José de la Cruz, D. Carlos González de Bárcena, y D. Samuel Fourtas ejecutaron lo mismo; mis ayudantes de campo el brigadier marqués de Malpica, el teniente coronel D. Juan de la Cuesta, y el capitan D. Ildefonso Nieto estuvieron en continuo movimiento, comunicando mis órdenes con exactitud y desprecio del riesgo. Asimismo los tenientes coroneles D. Ignacio Balanzat y D. Alejandro de Hore, y los capitanes D. Manuel de Alcalá y D. Miguel Collingh, empleados en mi secretaría.
Merece particular atención el regimiento de caballería del Rey, por la intrepidez con que atacó y destruyó una columna de infantería enemiga. Su coronel D. José María de Lastres fue herido a los principios de la carga, y le sucedió en el mando y en el valor su teniente coronel D. Rafael Valparda. El capitán D. Francisco de Sierra se distinguió muy particularmente, tomando un cañón y arrollando cuanto se le oponía; el Alferez D. Pabló Cataneo, de edad de 16 años, mató por su mano cuatro franceses; y todos los demás jefes y oficiales de este regimiento manifestaron a porfía su valor y disciplina. Cuartel general de las Casas de la Oliva 7 de agosto de 1809 Gregorio de la Cuesta.—Excmo. Sr. D. Antonio Cornal.

Parte de la batalla de Talavera, dado por el General de las tropas británicas al Primer Ministro Lord Castlereagh.
Talavera de la Reina 27 de julio de 1809.— Mi Señor.— El General Cuesta, en la mañana del 24, siguió los pasos del enemigo con su ejército desde el Alberche hasta Santa Olalla, y avanzó su vanguardia hasta Torrijos.
Por las razones que manifesté a V. en mi carta de 24, puse en movimiento solamente dos divisiones de infantería, y una brigada de caballería, con orden de que pasaran el Alberche en Cazalegas, bajo el mando del Teniente General Sherbrooke, con la mira de mantener franca la comunicación con el General Cuesta, y con el cuerpo que manda Sir Robert Wilson en Escalona. Parece que el general Venegas no ejecutó el plan de operaciones, relativo al cuerpo de su mando, y que se mantuvo con su cuerpo en Daimiel, en la Mancha; y el enemigo en los días 24, 25 y 26 reunió todas sus fuerzas entre Torrijos y Toledo, dejando un pequeño cuerpo de 2.000 hombres en esta ciudad.
Todo su ejército se componía del cuerpo del mariscal Víctor, del general Sebastiani, de 7 a 8.000 hombres de la guardia de José Bonaparte, y de la guarnición de Madrid. Tomó el mando José Bonaparte, auxiliado por los Mariscales Jourdan y Victor, y el general Sebastiani.
Las avanzadas del general Cuesta fueron atacadas el día 26, cerca de Torrijos, habiendo tenido que replegarse, y el general se retiró con su ejército aquel día a la orilla izquierda del Alberche; permaneciendo el general Sherbrooke en Cazalegas, y llegando el enemigo hasta Santa Olalla. Era claro que el enemigo se proponía dar una batalla, y para ello pareció que la mejor posición eran las cercanías de Talavera. El general Cuesta se combinó en tomar su posición en la mañana del 27, y yo mandé al general Sherbrooke que se retirara, tomando su puesto en la línea, dejando al general Mackenzie, con una división de infantería, una brigada de caballería, y un puesto avanzado, en el monte al lado derecho del Alberche, que cubría nuestro flanco izquierdo.
La posición que tomaron las tropas en Talavera, ocupaba mas de dos millas: el campo estaba franco por la izquierda, que ocupaban las tropas británicas, y le dominaba una altura, en la cual se puso por escalones, y formando segunda línea, una división de infantería mandada por el Mayor General Hill.
Entre esta altura y una cadena de montes mas hacia la izquierda, hay un valle que no se ocupó, porque estaba dominado por la mencionada altura, y la cadena dé montes estaba bastante lejana para poder influir sobre la acción.
La ala derecha la ocupaban las tropas españolas, extendiéndose desde el frente de Talavera hacia el Tajo. Esta parte del campo estaba cubierta por un olivar, y muy cortada con eminencias y zanjas. El camino real, que pasa por el puente que hay sobre el Alberche, estaba defendido por una batería puesta delante de una iglesia que ocupaba la infantería española. Del mismo modo se hallaban defendidas todas las entradas del pueblo, que estaba ocupado por los españoles, y el resto de la infantería de estos se hallaba formada en dos líneas, detrás de las márgenes de los caminos que conducían desde el pueblo y el lado derecho al izquierdo de nuestra posición.
En el centro de los dos ejércitos se levantaba el terreno, y en su cresta se comenzó a formar un reducto con salida franca por su retaguardia.
El Brigadier Alejandro Campbell se colocó en este punto con una división de infantería, sostenida por la espalda por la brigada de dragones del General Cotton, y alguna caballería española.
Cerca de las dos de la mañana del día 27 se presentó el enemigo en fuerza por la orilla izquierda del Alberche, y se descubrió que su intención era la de atacar la división del General Mackenzie.
Atacaron en efecto antes que pudiera retirarse; pero las tropas que formaban las brigadas del general Mackenzie, y del coronel Donkens, y la caballería al mando del general Anson, sostenidas por el general Payne con otros cuatro regimientos en el llano que media entre Talavera y el monte, se retiraron con el mejor orden, aunque con alguna pérdida, de la que padecieron particularmente en el bosque el segundo batallón del regimiento 87, y el segundo del 31.
En esta ocasión el regimiento 45 y el quinto batallón del 60 se distinguieron por su firmeza y disciplina y yo tengo motivos particulares para estar satisfecho del modo con que el mayor general Mackenzie logró retirar su guardia avanzada.
A medida que avanzaba el día el enemigo se presentó en mayor número sobre el lado derecho del Alberche, y ya no pudo dudarse de que venia resuelto a dar un ataque general al ejército combinado.
El general Mackenzie continuó retirándose por escalones sobre la izquierda de este, y se colocó en segunda línea detrás de las guardias habiéndose colocado el coronel Donkens en igual posición más allá de la izquierda y a retaguardia de la legión real alemana.
El enemigo dio principio al ataque al ponerse el sol, cañoneando el ala izquierda de nuestra posición, y empeñándose con la caballería en romper la infantería española, que, como tengo dicho, ocupaba el lado derecho. Pero este ataque le salió mal.
En lo alto de la noche colocó una división en la prolongación del valle, a la izquierda de la altura que ocupaba el General Hill, de la que se apoderó momentáneamente; mas el mayor general Hill atacó a la bayoneta inmediatamente, y la volvió a ganar.
Volvieron los franceses a repetir el ataque durante la noche, y siempre sin fruto, y lo repitieron al rayar el día del 28 con dos divisiones de infantería; mas fueron rechazados por el mayor general Hill.
Éste me ha hecho una particular mención del modo con que en estos lances se condujo el regimiento 29 y el primer batallón del 48, así como el mayor general Tilson y el brigadier general Ricardo Stewart.
Hemos perdido algunos oficiales y soldados valientes en la defensa de este punto importante de nuestra posición, no pudiendo dejar de citar entre otros al brigadier mayor Fordice y al de igual clase Gradner. El mayor general Hill ha quedado herido, aunque tengo el gusto de saber que ligeramente.
Al mal éxito de este ataque se siguió por la tarde uno general, dado por el enemigo con toda su fuerza sobre toda la parte de la posición que ocupaba el ejército inglés.
Habiendo visto el porfiado empeño con que acometía las alturas que estaban a nuestra izquierda en el valle, coloqué en este dos brigadas de caballería inglesa, sostenidas por la división española de la misma arma, que mandaba el Duque de Alburquerque.
El enemigo entonces colocó cuerpos de infantería ligera en la cadena de montes que hay al lado izquierdo del valle, mas fueron contrarrestados por una división de infantería española a las órdenes del teniente general Bassecourt.
Dio principio el ataque general marchando varias columnas de infantería al valle, con la idea de atacar la altura que ocupaba el mayor general Hill, pero fueron inmediatamente cargadas, por el primero de dragones ligeros alemanes, y el 23 de dragones, mandados por el general Anson, dirigidos por el general Payne, y sostenidos por la brigada de caballería pesada que mandaba Fane, y aunque el 23 de dragones sufrió una gran pérdida, la carga consiguió el fin de derrotar aquella parte del plan del enemigo.
Éste al mismo tiempo se dirigió a atacar la posición que ocupaba el brigadier general Alejandro Campbell, en el centro de los dos ejércitos combinados y ala derecha del británico; mas este ataque fue rechazado ventajosamente por el brigadier general Campbell, sostenido por el regimiento del Rey caballería española, y el brigadier general Campbell se apoderó de los cañones enemigos.
Dicho brigadier alaba con particularidad la conducta que guardaron el regimiento 97, el segundo batallón del 7, y el segundo del 53; y yo estoy altamente satisfecho del modo con que se defendió esta parte de la posición.
Fue coetáneamente atacada la división del teniente general Sherbrooke que se hallaba en la izquierda y centro de la primera línea del ejército inglés, pero este ataque fue valerosamente rechazado por una carga a la bayoneta de toda la división, mas habiendo avanzado demasiado la brigada de guardias que estaba a la derecha, quedó expuesta por su izquierda al fuego de la batería enemiga y de las columnas francesas en su retirada; y así la división tuvo que replegarse a su primera posición, cubriéndose con la segunda línea de la brigada de caballería del general Cotton que yo saqué del centro, y con el primer batallón del regimiento 48.
Yo había hecho avanzar a este regimiento desde su primera posición sobre las alturas, así que vi el avance de los guardias; se formó en la llanura, y se dirigió al enemigo, cubriendo la formación de la división del general Sberbrooke.
Poco tiempo después de haberse rechazado este ataque general, en lo que el enemigo empleó, a lo que parece, todas sus tropas, comenzó su retirada atravesando el Alberche, y la verificó con el mayor orden durante la noche, habiendo abandonado 20 cañones, las municiones, carros, y algunos prisioneros.
V. observará por el estado adjunto, que hemos tenido una gran pérdida de excelentes oficiales y soldados en esta larga y pesada acción, sostenida contra una fuerza doble. La del enemigo era muy superior. Acabo de saber que brigadas enteras de infantería han sido destruidas, y a la verdad los batallones al retirarse manifestaban lo flacos que iban de fuerza. La pérdida enemiga se calcula que llega a 10.000 hombres han quedado muertos los generales Lapisse y Morlet, y los de igual clase Sebastiani y Boulet están heridos.
No puedo menos de lamentar particularmente la pérdida que hemos sufrido en el mayor general Mackenzie, que se distinguió el día 27, del brigadier general Langworth, de la legión leal alemana; y del brigadier mayor Beckett, de guardias.
V. advertirá que los ataques del enemigo se dirigieron, sino entera, principalmente contra las tropas británicas. El general en jefe español, sus oficiales y sus tropas se prestaron a asistirnos, y los que de ellos entraron en acción llenaron sus deberes; pero el paraje que ocupaban era de tal importancia, y su frente al mismo tiempo tan difícil, que yo tuve por conveniente el no prevenirles que hicieran movimiento alguno sobre la izquierda enemiga, aun en lo recio de la acción.
Tengo motivos para estar satisfecho de la conducta de todos los oficiales y tropas; y debo mucho al teniente general Sherbrooke por la asistencia que me dio, y por el modo con que su división dio la carga a la bayoneta. También debo mucho al teniente general Payne y a la caballería, particularmente a la brigada del general Anson; a los mayores generales Hill y Tilson; a los brigadieres generales Alejandro Campbell, Richard Stewart, y Cameron; y a la división y brigadas de infantería y a sus comandantes, en especial al regimiento 29, mandado por el coronel White; al primer batallón del 48, su coronel Donnellan; y al mayor Mildlemore, que tomó el mando luego que este quedó herido; al segundo batallón del 7, mandado por el teniente coronel Sir Guillermo Migers ; al segundo batallón del 53, mandado por el teniente coronel Bingham; al 27, mandado por el Coronel Lyen ; al primero de los destacamentos, que mandó el teniente coronel Bunbury ; y al segundo del 31, mandado por el mayor Watson; al del 45, que mandaba el teniente coronel Guand; y al quinto del 60, mandado por el mayor Davy el día 27.
El brigadier general Campbell condujo con mucha bizarría el avance de la brigada de guardias, la que cuando fue necesario su retiro, se volvió a formar en el mejor orden. La artillería, mandada por el brigadier general Howorth, hizo también en estos días el mayor servicio; y tengo motivo para estar satisfecho de la asistencia que recibí del Ingeniero en Jefe: teniente coronel Fletcher; del ayudante general: brigadier general el Hon. C. Stewart; del cuartel maestre general: coronel Murria, y de los Oficiales de estas dependencias, y del coronel Bathurst, y oficiales de mi personal estado mayor.
También me han hecho muchos servicios el coronel español OLawlor, y el brigadier general Whittingham, que fue herido al conducir dos batallones españoles en auxilio del brigadier general Alejandro Campbell.
Remito este parte por el capitán Lord Fitzroy Somerset, que dará a U. más noticias, y a quien me tomo la libertad de recomendar.—Tengo el honor de ser &c.— Arthur Wellesley.


Parte de la batalla de Talavera, dado por el General francés a su gobierno
Oficio del Mariscal Jourdan a S. E. el Ministro de la guerra.—Campo Real de Vargas a 30 de julio de 1809.—Por el parte dado a V. E. desde Navalcarnero fecha el 23 del corriente, habrá visto V. E. las disposiciones que S. M. trataba de tomar para preparar el combate contra el ejército inglés.
El día 24 llegó S. M. con el cuerpo de reserva a Cabañas, que yace en el camino de Toledo a Madrid, y en el mismo día S. E. el Mariscal Víctor se retiró al lado izquierdo de Guadarrama, y se situó en la desembocadura de este río en el Tajo. Al mismo tiempo el General Sebastiani hacía su movimiento sobre Toledo, verificándose con esto la reunión del cuerpo primero con el cuarto de la reserva.
El día 26 mandó S. M. que el ejército pasara a Torrijos. El cuerpo primero iba en la vanguardia, reforzado con la división de caballería ligera que mandaba el General Merlin, que sacó el Rey del cuarto cuerpo, dejando en Aranjuez y Toledo la fuerza necesaria para conservar seguro el paso de los puentes.
La caballería ligera del primer cuerpo se encontró con los puestos avanzados del ejército español en Torrijos se supo que el grueso de esta se hallaba en Santa Olalla, y que había emprendido un movimiento sobre Toledo. Batimos fácilmente los puestos avanzados del enemigo, y Cuesta, noticioso de nuestro movimiento, tuvo por oportuno retirarse a Talavera, pero alcanzamos a su retaguardia, y la acuchillamos delante de Santa Olalla.
Todo el ejército francés acampó en este pueblo, habiendo puesto en el Bravo su vanguardia; y los puestos avanzados avisaron que se hallaban al frente de los ingleses. En efecto, el ejército británico estaba en Talavera, y tenia apostada en Cazalegas una gran guardia, compuesta de algunos batallones, y de un regimiento de caballería.
El 27 se dirigió nuestro ejército al Alberche, habiendo arrojado a los ingleses de Cazalegas; y a las tres de la tarde estábamos todos reunidos a las márgenes de este río, con los tiradores al lado izquierdo. Nos quedamos en observación de sus movimientos, y creyendo que el enemigo se retiraba a Oropesa, S. E. el Duque de Belluno, que conocía perfectamente los alrededores de Talavera, advirtió que los ingleses tomaban una posición fuerte, apoyando su derecha sobre Talavera, y la izquierda sobre una loma, con una grande avanzada en los arbolados que hay a la orilla izquierda del Alberche. El Rey resolvió acometer sin pérdida de momento al enemigo. El Mariscal Duque de Belluno hizo atacar los arbolados en donde estaban los puestos avanzados ingleses, que se defendieron vivamente; mas al fin cedieron, y el Duque se acercó hasta el tiro de cañón de la punta en donde se apoyaba el ejército británico. En el entre tanto, la división de Latour Maubourg, la división de Milhau, y la de Merlin, habían pasado del lado derecho del Alberche, y marchaban por la llanura que hay entre el Tajo y la arboleda, de la que se hacia salir a la vanguardia de los ingleses, siguiendo los movimientos el cuarto cuerpo de la reserva.
Debe advertirse que todo el ejército inglés se aproximaba a la loma, mientras que el español permanecía detrás de Talavera. Se creyó que convenía dar una embestida a la loma, que servia de apoyo a la ala izquierda del ejército inglés, para no darle tiempo de fortificarse; pero después de algunos esfuerzos, viendo el Duque de Belluno que venia la noche, y que el enemigo tenia fuerzas suficientes, dejó la empresa para el día siguiente, y el ejército acampó a tiro de cañón del enemigo.
El día 28 se empeñó la batalla con un nuevo ataque, que el Duque de Belluno dio a la loma. El cuarto cuerpo marchó en dos filas contra el centro enemigo. La reserva se colocó de modo que estaba en disposición de apoyar los puntos de la línea, en caso necesario. Los soldados marcharon con una audacia nada común, y después del combate mas vivo, mas porfiado, y más sangriento, el ejército francés hubo de retirarse, abandonando la loma, y a Talavera, que eran los dos puntos principales de la línea.
Los cuerpos segundo, quinto y sexto, reunidos en Salamanca bajo el mando de los Mariscales Duque de Dalmacia, de Trevisso y de Elchingen, marcharon desde la primera ciudad a Plasencia, y a estas horas deben estar muy cerca del ejército. Esperamos que estos movimientos produzcan los resultados más felices, porque antes de su reunión la parte mas pequeña de las fuerzas que S. M. el Emperador tiene en España, ha bastado para vencer al enemigo.
Parte del cuarto cuerpo vuelve a las cercanías de Aranjuez, a contener los movimientos que puede hacer en esta parte el cuerpo español que manda Venegas.— Jourdan

Combate de Alcabón

CUARTEL GENERAL DEL REY AL MINISTRO DEL INTERIOR, PARA SU INTELIGENCIA
Madrid 27 de julio de 1809 a las 3 de la mañana
El 26 del presente se han puesto en movimiento las tropas del 1º y 4º cuerpo del ejército y han pasado el puente de Guadarrama cerca de Torrijos. El Rey se halló a las dos de la mañana con la reserva de su guardia en Vargas y se colocó en medio del ejército para ordenar todas las disposiciones. Con la noticia de que el enemigo estaba muy fuerte en los alrededores de Santo Domingo (Santo Domingo-Caudilla) las tropas tomaron las posiciones en la llanura cerca de dicha villa. El cuerpo del Duque de Bellune fue el primero que se presentó en la llanura y efectivamente encontraron al enemigo en número muy considerable, y que había dado todas las disposiciones para la batalla. El cañoneo comenzó de una y otra parte y la acción se hizo general. El éxito para nosotros no estuvo indeciso ni un solo instante. La impetuosidad de nuestras tropas alteró fuertemente al enemigo. Su derrota comenzó al momento que vio presentarse la última división de dicho cuerpo y fue completa antes que se presentase en línea el 4º cuerpo. El mariscal duque de Bellune ha hecho perseguir al enemigo por algunos cuerpos de infantería.
Se ha hecho una carga terrible cerca de Alcabón por uno de nuestros regimientos contra un cuerpo de caballería enemigo compuesto en parte del regimiento Villaviciosa y otros destacamentos. Este cuerpo en el cual se hallaban ingleses ha sido enteramente destruido.
El resultado de esta acción ha sido un gran número de enemigos muertos, heridos y prisioneros. Según los movimientos del enemigo parece que se retiraba a Santa Olalla. Después de este brillante suceso el Rey se ha decidido a hacer marchar el ejército ha este punto para echarle del. Todo hace creer que S.M. se dirigirá en persona con su reserva y colocará allí su cuartel general. El enemigo va a ser perseguido en todos puntos y solo se teme una cosas que es el que no quiera decidirse a tentar la suerte de una batalla general que decida de la suerte de los ingleses desembarcados en España y destruirá completamente la insurrección española.

RELACIÓN DE LA BATALLA DE TALAVERA DADA POR UN OFICIAL ESPAÑOL
Cuando los enemigos fueron arrojados de Talavera y puente del Alberche, se dirigieron hacia Toledo por Santa Olalla. El ejército inglés tomó posición en Talavera y u vanguardia en Cazalegas, continuando su marcha el español y persiguiendo al enemigo hasta arrojarlo del lugar de Torrijos. El día 26, ya reforzados los enemigos atacaron nuestra vanguardia al amanecer y las fuerzas superiores la hubieran arrollado si en tiempo oportuno no hubiera acudido la 2ª división de caballería al mando del duque de Alburqueque, la cual las contuvo con sus acertadas conducciones, no obstante no pudo evitarse el haber sido herido, y hecho prisionero, el barón de Armendáriz, coronel del regimiento de dragones de Villaviciosa, perdiendo este y otros cuerpos alguna gente y caballos, bien que también los nuestros dieron buenas cuchilladas.
Este movimiento y las fuerzas que presentaban los enemigos determinaron a nuestro general a replegarse hacia el Alberche para unirse con los aliados, cuya marcha se hizo sin incomodidad de parte del enemigo. El ejército vivaqueó a la orilla izquierda de dicho río. En este sitio tuvieron los generales Cuesta y Wellesley una conferencia de la cual resultó adoptar el situarse ambos ejércitos formando una línea, cuya derecha apoyase en la ermita de Nuestra Señora del Prado al cargo de los españoles en la altura llamada Medellín. Al amanecer del 27 pasó el ejército español el Alberche, y en seguida tomo la posición que queda indicada, quedando todos los cuerpos en sus puestos formando 1ª y 2ª línea de batalla. Igualmente al amanecer ya vinieron los enemigos a atacar la vanguardia inglesa situada en Cazalega la cual según el orden de su general se fue replegando conteniéndolos, castigándolos y verificando el paso del Alberche sin ser incomodados, lo que no lograron los franceses, pues a las dos de la tarde, reunidas ya sus fuerzas determinaron vadearlo, en cuya operación les causo mucho daño la artillería inglesa. A pesar de esto, haciendo alarde de su osadía y sin dilatarse un punto sus columnas que también habían pasado el puente, se dirigieron a atacar nuestra línea con decidido arrojo por la parte izquierda defendida por los ingleses y parte del centro El ataque lo emprendieron con una columna de granaderos escogidos, a cuyo frente se asegura venía el mariscal Victor, protegidos por un crecido número de batería que colocaron en contrarresto de las nuestras.
No puede negarse que ellos atacaron con extraordinaria bizarría como que es imponderable la serenidad, valor y conocimiento con que nuestros aliados defendieron sus puestos, sin que la pérdida que les causaba la proximidad a que llegaron los enemigos les hiciese la menor impresión. Tuvieron al fin que desistir de su intento pero antes que cerrase la noche algunas de sus columnas tantearon nuestro centro, mas el vivo fuego de nuestra línea les hizo replegar, quedando todo por la noche en un profundo silencio. Anunciado este que al amanecer del 28 había de volver a emprenderse la batalla con mayor empeño. En efecto antes de las 5 dio principio un terrible cañoneo de ambas partes al que se siguió un vigoroso ataque y decidido empeño de posesionarse de las alturas en que se hallaban las baterías inglesas con la mira de flanquear todo el ejército y causar una general dispersión y derrota, mas siempre firmes los ingleses y españoles que así de artillería como de caballería y infantería habían ido a reforzarles. A las 10 se dio descanso, retirándose los franceses a sus puestos. Pero siempre con anuncios de que no estando el asunto decidió volvería a renovarse la contienda por la tarde. A las dos, se presentaron contadas las fuerzas cuyo número no puede rebajarse de 40 mil hombres y siempre manifestando el mismo empeño contra nuestra izquierda. No puede darse una idea del horroroso fuego de ambas partes y de la renovación de tentativas que hacían los enemigos para lograr su intento. Pero estando decididos los ingleses a contrarrestarlos se aprovisionaron de 10 piezas de artillería, sin que lograsen mejor efecto las columnas que se dirigieron sobre nuestro centro, las cuales no tan solo fueron bien recibidas por nuestras baterías, sino por el regimiento de caballería de el Rey, que después de sufrir una descarga a la entrada de un olivar, cargó sobre ellos sin haber soldado que no ensangrientase su espada en más de un enemigo. Si este no hubieses procurado tener siempre en reserva su caballería y librarse del ataque de la nuestra, por los barrancos que cortan el terreno en aquella parte no puede haber duda de que hubiesen sido completamente derrotados, así en razón del buen ánimo de nuestras tropas, como por la dispersión que nos consta tuvo en las suyas. Pero solo el regimiento el Rey logró cargarles, pues los otros fueron espectadores. Pero sufriendo el indispensable fuego que exige su colocación contribuyeron con ella al completo logro de una de las mas sangrientas batallas que se han dado. La perdida de los enemigos es de suma consideración, como se dará ver en el terrible estrago que dejaron en el campo de batalla. Menos de 7 mil hombres entre muertos, heridos y prisioneros no pueden señalárseles, pero a un hay desertores y prisioneros que hacen subir la suma a 20 mil. Los ingleses además de perder un general, dos heridos y muchos oficiales de todas graduaciones, han tenido 2 mil heridos y 1500 muertos, y por lo que respecta a nosotros puede calcularse una 3ª parte. Siendo herido en una mano el general comandante de la 4ª división D. Rafael Manglano. En suma esta batalla es la que hará más recomendable la defensa de la libertad española, como la generosidad inglesa. Cuya nación nos ha dado un ejemplo raro de cómo se vence el orgullo francés. Según muchos desertores el Rey Pepino presenció lo ataques, pero al ver que el de la tarde del 28 fue infructuoso tomo el partido de retirarse. Bien que otros dicen no pasó de Cebolla. Al amanecer del 29 aun dudábamos si volverían a renovar sus intentos. Reconocimos que se habían retirado de todos los puestos que habían ocupado. Repasando el Alberche y dirigiéndose por el camino que habían traído. Nuestros ejércitos toman un poco de reposo, entierran los muertos y se preparan con nuevos refuerzos que han recibido los aliados a conseguir nuevos triunfos, subsanando los buenos soldados (que son los más) la siniestra idea que habían hecho formar los débiles que se extraviaron al primer estampido de los cañones.
Cuartel general de Talavera 29 de julio de 1809
La columna de granaderos con que atacó Víctor, se asegura pasaría de 6 mil hombres.

CONTESTACIÓN QUE DA EL MARQUÉS DE ZAYAS A LAS PREGUNTAS REMITIDAS PARA LA REALIZACIÓN DE UN ESTUDIO SOBRE LA BATALLA:
En oficio de 22 de junio de este año ofrecí a V.S. contestar al suyo del 18 del mismo relativo a que dé a Us. Noticias de los ocurrido en la batalla de Talavera, al tenor de las preguntas insertas en él y haciéndolo del modo que me es posible pongo en su noticia:
A la 1ª pregunta, no puedo decir las divisiones de que constaba el ejército que combatió en la batallad de Talavera, solo puedo decir que yo mandaba la 1ª y constaba de los cuerpos de Cantabria con la fuerza de 1012 hombres, Jaén 481, Canarias 489, Villanueva de la Serena 453, Unión del Reino de Castilla, Provincial de Tuy y Tiradores de Cádiz 565. Cuyo total ascendía a 3000 hombres. Con respecto a la 2ª pregunta: la plana mayor de dicho ejército era:
El general Cuesta que mandaba en jefe, Eguía su segundo ….
A la 3ª solo puedo contestar que al tiempo de la acción se me entregaron seis piezas ligeras de diferentes calibres.
Es cuanto puedo manifestar a Us. En contestación a su citado oficio. 17 de septiembre de 1822
IDEM PARA DON JUAN BERNUY:
Con sentimiento he retardado la contestación al oficio de Us. Por haber estado indispuesto algunos días después de recibirlo. Efectuado ahora, no con la extensión que quisiera por hacer cerca de dos años quemé los estados y otras noticias conservadas, contemplando no podían ya servir.
Digo a lo 1º: La organización en divisiones del ejército que combatió en Talavera de la Reinaron certeza no puedo asegurar el número de divisiones de infantería, pero me parece eran seis y tres fuertes las de caballería con expresión si eran de batalla o ligeras.
Las piezas de artillería que tubo el ejército de 38 a 40, de batalla 18 que iban con la infantería y otras tantas de ligera que acompañaban a la caballería y 2 o 4 cañones de calibre que estuvieron en batería en línea.

EL MARQUES DE ZAYAS ACOMPAÑA A LAS RESPUESTAS UNA PEQUEÑA RELACIÓN DE LO OCURRIDO LA NOCHE DEL 27:
Mandando la 1ª división en la batalla de Talavera de la Reina, como se dice, parece no cabe duda ser acción distinguida la de mantener su puesto la noche del 27, que fue atacada la división. Dejándole descubierto el flanco izquierdo las que le precedían, dispersándose con la 2ª línea; de lo cual resulta hacerle fuego los que se dispersaban, matándole un capitán de cazadores del regimiento de Canarias e hiriendo a otro y a pesar de esto, se mantuvo firme la división y yo a la cabeza de ella, hasta que no hace con un fuego sostenido y sin interrupción a los enemigos. Por todo lo cual se le dieron gracias y volvió a ser ocupada la línea en aquella misma noche por las mismas tropas que habían huido. De que se infiere que si la 1ª división la arrollan, no se hubiera dado el ataque del 28 día siguiente. El ataque de los enemigos en este día no incomodaron este punto sin duda por la firmeza que experimentaron en el anterior ataque de la noche. Si pregunta a todos cuantos cuerpos estuvieron colocados en la línea digan francamente: si la 1ª división no hubiera hecho su deber la noche anterior manteniendo su puesto firme ¿que hubiera sido de la vanguardia ni de las tropas de Alburqueque situadas en escuadra y con el río Tajo a la espalda? por último no se hubiera dado la batalla gloriosa para los ingleses.
El marqués de Zayas.

3 comentarios:

  1. Excelente trabajo, como de costumbre
    Un saludo
    Rafa

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  2. Me ha gustado mucho la información gráfica y excelente la idea de combinarla con los partes de la época.
    Enhorabuena
    José M. Guerrero Acosta

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  3. Magníficos los documentos del marqués de Zayas. No los conocía.

    Pablo Barreda Zayas

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