ELPERIÓDICO.COM
23/8/2009
JOSE RICO
BARCELONA
Francesc de Riera. Foto: MONTSE RIERA
La web del Ayuntamiento de El Vendrell (Baix Penedès) reserva un rincón para destacar los personajes ilustres de la ciudad. En la lista se encuentran figuras como Andreu Nin y Pau Casals, pero nada se dice de Francesc de Riera Soldevila (1778-1857). Cierto es que pocos que lean o escuchen este nombre sabrán que se trata de un héroe de la guerra de la independencia española –o guerra del francés–, y menos que fue él quien, dos siglos atrás, situó en los anales de la historia nada menos que a Agustina de Aragón. Porque su famoso cañonazo, que motivó la huida de las tropas napoleónicas en pleno asedio de Zaragoza, no hubiera sido posible si este carretero tarraconense no le hubiera proporcionado algo indispensable: la munición.Cinco generaciones más tarde, los descendientes del héroe se esfuerzan desde hace años para que la historia haga justicia con su pariente. Un monolito inaugurado el mes pasado, además de una calle, recuerda la gesta de Riera en el municipio que le vio nacer y del que partía en sus continuos viajes a Madrid. Se ocupaba de transportar personas y todo tipo de mercancías en su carruaje, pero los bandoleros convertían su trabajo en un oficio de gran riesgo. Sin embargo, Riera nunca perdió una sola carga, motivo por el que se le apodaba el Lleona.Junio de 1808. De regreso a Barcelona, el carretero hizo una parada para visitar a su hermano en una Zaragoza de la que la gente más bien huía. En medio del continuo bombardeo de los franceses, el Ejército español le confiscó las balas de algodón que portaba en el carro y le reclutó para abastecer de armamento a la diezmada infantería.Sin atender los consejos para que abandonase la ciudad –«¡Catalán, no entre!», le gritaban–, Riera reunió provisiones y, valiéndose de triquiñuelas para engañar al enemigo (giró las herraduras de sus caballos para simular pisadas saliendo de la localidad, cuando en realidad entraba), logró llevar las nuevas balas, esta vez de fusil, hasta un rodeado Portillo. Allí solo resistían un teniente coronel, dos paisanos y una joven, también catalana, Agustina Saragossa Domènech.Más de 500 balas de plomo, solo cuatro personas y un cañón. El Lleona cargó las balas y Agustina prendió la mecha que hizo la epopeya. Una intensa ráfaga de más de 500 balas de plomo bastó para causar la retirada de las aturdidas tropas de Napoleón. Agustina se ganó para siempre el apellido de Aragón, además de títulos y condecoraciones que la elevaron a heroína de gran valor. Riera solo obtuvo un diploma firmado por el general Palafox tras salir a hombros de Zaragoza entre gritos de «¡Viva el catalán!», según las crónicas de la época. No quiso más reconocimientos. «Solo he cumplido con mi deber», argumentó.Los cuadrinietos de el Lleona conservan todavía las cartas manuscritas y el diploma del general Palafox que Riera llevaba siempre en el bolsillo para poder acreditar sus méritos allá donde le fueran requeridos. De regreso a Catalunya, aún tuvo tiempo de participar en la defensa de Tarragona y Tortosa. En definitiva, un héroe discreto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario