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jueves, 28 de julio de 2016
martes, 26 de julio de 2016
VISTAS DEL CAMPO DE BATALLA DE OCAÑA
Como ampliación a la entrada sobre la batalla de Ocaña: http://www.batalladetrafalgar.com/2009/04/batalla-de-ocana-19-de-noviembre-de.html añado las siguientes vistas, pertenecientes al Ministerio de Defensa de Francia, del campo de batalla:
domingo, 17 de julio de 2016
COMBATE DE CASTREJÓN DE TRABANCOS - 18 DE JULIO DE 1812
CASTREJÓN DE TRABANCOS |
Durante la primera quincena de julio de 1812 el mariscal
Marmont, duque de Ragusa, tiene posicionado al ejército francés de Portugal en
la orilla derecha del Duero, entre Valladolid y Toro. Frente a él se encuentra
Wellington, con su ejército. Al duque de Ragusa no le llegan los refuerzos que
le tiene que enviar el general Caffarelli, al mando del ejército francés del
Norte, ni correos desde Madrid que le informe si el rey José I va ha ir en
su ayuda. Ante esta situación decide ponerse en marcha y realiza una
impresionante maniobra estratégica que pone a Wellington entre las cuerdas. Traslada
sus tropas el 16 desde Tordesillas y Torrecilla de la Abadesa hacia Toro. Al
anochecer, aprovechando el bosque de Cubillas, hace regresar a su ejército para
cruzar por el puente de Tordesillas y sorprender a Wellington que ha trasladado
a sus hombres hacia Toro.
El 18 de julio el general francés no consigue culminar la
operación en Castrejón de Trabancos, donde se encuentra la retaguardia aliada y
donde en el transcurso del combate que tiene lugar en ésta localidad casi cae
prisionero Wellington, consiguiendo el Lord inglés retirar todas sus tropas hacia el
Guareña. Finalmente el día 22 de julio Marmont sufrirá una gran derrota en Salamanca.
El siguiente relato del combate de Castrejón está sacado del libro:
"1812, Wellington en Valladolid" publicado por la Diputación de Valladolid:
Es una larga noche para las tropas
francesas [la del 16 al 17 de julio de 1812]; al levantar el campamento frente a Pollos, el ejército imperial
avanza hacia Toro, pero una vez que se han internado en el bosque de Cubillas
detienen la marcha. Los ingleses han caído en la trampa y Wellington dirige sus
tropas hacia Toro, por donde está convencido que los franceses cruzarán el
Duero. Cuando llega la noche, Marmont ordena el regreso de sus tropas y
proceden a cruzar por el puente de Tordesillas, al amparo de la oscuridad, por
este orden: En primer lugar la 5ª división seguida de la 7ª, caballería ligera,
4ª, 6ª, 2ª, dragones, reserva de artillería, 3ª, y por último la 8ª ya avanzada
la mañana del 17 de julio.
Las unidades que habían simulado el cruce por Toro vuelven hacia
atrás y vuelan la reciente reparación que se había hecho en el puente, para que
éste no sea utilizado por los ingleses. Como se encuentran más alejadas de
Tordesillas, cruzarán el Duero en la mañana del 17 por el vado de Pollos. Salvo por un contratiempo causado por la
desobediencia del general de la 5ª división, el plan se ejecuta a la
perfección:
El
paso inmediato del río no se podía impedir; pero, si el enemigo ocupaba la
posición de Rueda, perfecta para el tipo de combate que practican los ingleses,
había que librar combate al desembocar. Para llegar a Rueda hay que subir un
glacis inmenso, en el cual el que viene del río está expuesto al fuego enemigo, mientras que éste puede
ponerse en parte a cubierto. La meseta donde está Rueda se prolonga por la
derecha y viene a caer al Duero, siguiendo circularmente la orilla sur y el
Adaja hasta unirse con este río.
En
consecuencia, como disposición de ataque, había decidido que el movimiento
ofensivo se haría por nuestra izquierda, para proteger nuestro centro y atacar
la derecha del enemigo, y con este movimiento en caso de revés, podía cubrir a
nuestra izquierda del puente de Tordesillas. Hice preparar un puente de
caballetes para el Adaja, y este puente se pondría sobre el río al mismo tiempo
que las tropas pasaban el puente de Tordesillas, de manera que la izquierda
podía tener siempre su retirada por estos puentes, y de ahí sobre Puente Duero,
que había fortificado haciendo almenar la iglesia. Tomé estas disposiciones, y
nada más hacerse de noche, la quinta división, que permanecía en Tordesillas,
pasó el puente, y sucesivamente lo fueron atravesando otras cuatro divisiones
por orden de llegada, posicionándose en el lugar fijado: un estanque situado a
cierta distancia del río y en medio de la planicie, en dirección a Rueda. Las
tropas debían reunirse detrás de este estanque y esperar hasta que se
decidiera el modo de continuar. Al
amanecer, me dirigí al punto donde la quinta división, que formaba la cabeza de
columna, debía estar posicionada; pero no se encontraba allí, y después de
búsquedas llenas de inquietud, la encontré a una media legua adelante, en la
misma posición de Rueda, de modo que, si el enemigo hubiera seguido ocupando
esta posición, habría sido destruida sin haber podido combatir. Afortunadamente
nada de todo eso se efectuó, nosotros ocupamos Rueda sin dificultad. El enemigo
tenía allí sólo tropas de observación en pequeño número, y las evacuó ante
nuestra aproximación. Le demostré al general Maucune mi descontento por su
desobediencia [...] El ejército tomó posición, en la tarde del 17, de Nava del
Rey. El enemigo, en plena marcha sobre Toro, solo pudo presentarnos una parte
de sus fuerzas[i].
Frente
a todo el ejército francés se encuentran la división
Ligera, la 4ª división y los dragones ligeros de Anson, unidades que Wellington
había dejado en Castrejón de Trabancos, bajo el mando del general Cotton, como
retaguardia del ejército aliado. Durante todo el día 17 estas fuerzas se
acantonan en la población y sus alrededores, recibiendo la visita de “los
valencianos”:
Durante el día los valencianos (comúnmente llamados los hombres de
la limonada) vinieron a nuestro vivac, augurando la cercanía del enemigo. Estos
hombres usan un gorro espiral de fieltro o cuero, y tienen rizos negros como
azabaches cayendo a cada lado de sus aceitunadas caras; sus fieros ojos negros
les dan una noble expresión a su semblante. Llevan sobre el hombro una chaqueta
de lino blanca y ciñen a sus riñones una faja roja. También usan una falda de
lino blanca, como nuestros soldados escoceses, llegando hasta encima de la
rodilla. Sus medias blancas están sujetas debajo de la rodilla, y atan sus
alpargatas alrededor del pie. Sobre sus espaldas llevan amarradas unas latas
largas de hojalata enfundadas en corteza de alcornoque, lo cual mantiene fría
la limonada que contienen. Estos hombres marchan generalmente con las columnas
francesas, y actúan de espías para ambas partes.[ii]
GENERAL INGLES COTTON (FOTOGRAFIA ORIGINAL DE MEDIADOS DEL XIX, ANTES DE MORIR EL GENERAL) |
Castrejón
está en una ladera al borde del río Trabancos[iii],
por su posición no se pueden controlar los caminos que llegan desde Alaejos y
Nava del Rey, ya que se encuentra a un nivel que dificulta la visión. Al
atardecer, Cotton ordena a la división ligera que suba a la meseta que hay
detrás del pueblo y se adelante un kilómetro (hasta los Retamales) donde pueden
vigilar la posible aproximación del enemigo por el camino de Nava[iv].
Acampan sobre el amarillo terreno donde pasan la noche.
CASTREJÓN DE TRABANCOS DESDE LA LADERA QUE DOMINA AL PUEBLO |
Poco antes del amanecer
empiezan a escuchar disparos a su derecha; Cotton ha mandado exploradores hacia
Nava del Rey con el fin de determinar el número de tropas francesas que ocupan
esta población, y se han encontrado con las avanzadillas enemigas produciéndose
varias escaramuzas. La acción queda en principio oculta a la división ligera,
por una elevación que tienen enfrente, pero enseguida aparecen los dragones
ingleses en retirada y los franceses tras ellos. Un fuerte contingente de
infantería, junto a varias piezas de artillería a caballo, entra en escena
disparando a los jinetes ingleses. El resplandor de los cañonazos y el fuego
que provocan las piezas al disparar en el campo seco, completan un hermoso
cuadro:
Momentos antes del anochecer, pidieron a la compañía que avanzara
un cuarto de legua; el terreno era llano. Al pasar la caballería, oí a un
oficial dar órdenes que me condujeron a sospechar que el enemigo estaba
próximo. Al amanecer el decimoctavo día, algunos tiros fueron intercambiados a
nuestra derecha; aumentando poco a poco el ruido. Nuestros dragones se hicieron
visibles mientras se retiraban ante los jinetes enemigos y la artillería ligera
de éstos, que a intervalos disparaba a lo lejos. La escena era sublime y
hermosa.[v]
Entonces los cañonazos se recrudecieron y el espectáculo era
realmente bello. El liviano humo y la niebla retorciéndose hacia arriba en fantásticas
volutas formaban una enorme y brillante cúpula teñida de innumerables colores
por el sol naciente; y a través del denso vapor se atisbaba a los incansables
jinetes o se perdían a medida que el humo se espesaba por el creciente
estallido de los fogonazos, mientras la escarpada porción de tierra que se
extendía mas allá del Trabancos, cubierta de tropas francesas, parecía por
ilusión óptica estar al alcance de la mano, dilatada hasta el tamaño de una
montaña y coronada por gigantescos soldados que entraban y salían sin cesar de
la refriega.[vi]
Los
integrantes de una de las compañías del regimiento 43 de ligeros ingleses
tienen la calma suficiente como para pensar en preparar el desayuno, pero
tienen un contratiempo:
Un
oficial me dijo: Habrá lucha este día, pero debemos desayunar antes pues Dios
sabe cuándo tendremos ocasión de comer. Debemos aprovechar este momento para
preparar el té. Un fuego fue encendido para calentar la caldera llena de agua.
De repente, unas escuadrillas de dragones pesados franceses aparecen por el
valle situado a nuestra derecha, por el camino principal, al trote completo.
Entonces, una escena absurda tuvo lugar. La loza fue lanzada a los cestos así
como la caldera medio llena con el agua caliente. Un oficial vino hacia nosotros
gritando: Dios me bendiga, no abandonarán mi mula y los cestos, valen
cuatrocientos dólares. Conservarlos parecía imposible pero sin embargo la
compañía formó en secciones, caló las bayonetas, y nos determinamos a proteger
la vieja mula que empezó a avanzar emitiendo un ruido raro, y nosotros tras
ella. El enemigo estaba ahora a cerca de doscientas yardas de nosotros,
blandiendo sus sables y gritando, cuando se fijaron en nuestra caballería que
se situó en su flanco derecho, nosotros continuamos la retirada[vii].
DESDE LA ALTURA DETRÁS DE CASTREJÓN, POSICIÓN DEL 43 INGLÉS Y VISTA DEL CAMINO DE NAVA POR DONDE VIENEN LOS FRANCESES. EL RÍO ESTÁ A LA IZQUIERDA, SECO EN LA ACTUALIDAD |
El
43 cruza el río por un vado a la derecha del pueblo (mirando hacia Torrecilla
de la Orden) y se dispone a proteger el paso.
La
cuarta división inglesa estaba situada, al amanecer del 18 de julio, a la
izquierda del pueblo y de la división ligera, protegiendo el camino de Alaejos.
Cerca de las 7 de la mañana reciben con sorpresa la visita de Lord Wellington y
de su estado mayor.
El general inglés se había trasladado, la
noche del 16, hacia Cañizal con prácticamente la totalidad del ejército. La
mañana del 17 la pasa en Fuentelapeña, a la espera de recibir noticias de los
exploradores que ha enviado para vigilar el paso del ejército francés. Tiene
tiempo de redactar una serie de normas que ha de seguir el ejército durante las
marchas que van a emprender[viii].
Por la tarde, acompañado del general Beresford y escoltados por las brigadas de
caballería de Alten, Bock y Le Marchant, sale a realizar en persona un
reconocimiento del enemigo. Avanzan despacio ya que no saben a qué distancia
están de las tropas de Marmont hasta que llegan a unos 10 kilómetros de Toro,
sin encontrar ningún rastro de los franceses. Manda una partida de
reconocimiento que alcanza el puente de Toro sin detectar nada. El duque de
Ciudad Rodrigo está desconcertado ya que los informes que recibió indicaban el
cruce del ejército francés por este puente. La única razón puede ser que
volvieran a cruzar el Duero y se dirigieran hacia Zamora para caer luego sobre
Salamanca. El general inglés, con su estado mayor, ocupa una granja abandonada
en aguardo de noticias. Sobre la medianoche un correo llega trayendo la noticia
del paso de Marmont por Tordesillas. Wellington comprende que ha caído en una
trampa y que se encuentra en una difícil posición. Pero la noticia se ha
demorado bastante en ser entregada ya que el correo acudió primero a Cañizal
donde presumía encontrar al general. Lo primero es socorrer a la retaguardia
que ha dejado en Castrejón y que ahora puede ser capturada por el enemigo.
Ordena que la quinta división avance desde Cañizal hasta Torrecilla de la Orden
para que ayude en la retirada de las tropas de Cotton, y él en persona marcha
con su staff y las tres brigadas de caballería que le acompañan, hacia
Castrejón; cuando llega a Alaejos, dispone un descanso para que se recuperen los
caballos, pero al poco tiempo llega ruido de artillería proveniente de
Castrejón y reanudan la marcha.
POSICIÓN INGLESA MIRANDO HACIA ALAEJOS. LAS TORRES DEL FONDO ES ALAEJOS |
Al
llegar se dirige a un punto donde se encuentran dos piezas de artillería
escoltadas por otros tantos escuadrones de los regimientos de caballería 11 y
12 de Dragones Ligeros. Entonces irrumpe en escena la caballería francesa,
compuesta por los dragones que antes habían hecho retroceder al regimiento 43
de infantería. Éstos barren al 12 inglés, y el 11, en vez de aguantar y seguir
protegiendo las dos piezas de artillería, se pone en retirada. La causa de esta
forma de proceder viene de una instrucción confusa dada por uno de los miembros
del estado mayor de Wellington, quien al llegar y ver en apuros al 12 de
dragones ingleses da la orden de retirada a este regimiento, pensando el 11 que
son ellos quién tienen que realizar dicho movimiento. Las dos piezas de
artillería quedan solas junto a Wellington y su staff, a merced de la
caballería francesa. Los artilleros se defienden magníficamente y el generalato
debe hacer uso de los sables para proteger sus personas. El 11 de dragones
ingleses se da cuenta del error cometido y vuelve, formándose una
extraordinaria melee. Todo el grupo consigue retroceder y cruzan el río por el
vado protegido por el 43 de infantería:
… y pasaron el vado con la ayuda de nuestro piquete. Lord
Wellington estaba en el grueso del grupo, y escapó con mucha dificultad. Cruzó
el vado, con su espada recta desenvainada, a toda velocidad, y sonriendo. No vi
a su señoría cuando ocurrió la primera carga, pero cuando nos pasó, él no tenía
a nadie de su personal cerca de él y
estaba absolutamente solo.[ix]
Durante todo este tiempo, yo estaba
vivamente interesado en observar los distinguidos personajes que esta refriega
inesperada y no buscada había reunido a nuestro alrededor. El mariscal
Beresford y la mayor parte de sus ayudantes permanecían con las espadas
enfundadas y el propio duque tan sólo parecía complacido a medias, mientras
despachaba silenciosamente a algunos de sus hombres con algunas órdenes. El
general Alten y su enorme dragón alemán que le servía de ordenanza
disciplinadamente, con las espadas enfundadas, lanzaban maldiciones durante
todo el rato; pero, como eran en alemán no pude entenderlas...[x]
Las cuadrillas de caballería que han
acompañado a Wellington llegan al campo de batalla, enfrentándose a los
dragones franceses que se retiran con bastantes bajas, después de haber
realizado una fuerte defensa. Las escenas que se suceden impresionan a los
veteranos soldados ingleses:
Uno de nuestros dragones vino al agua con una herida espantosa, su
quijada fue separada enteramente de la parte superior de la cara, y colgaba
sobre su pecho, el pobre compañero hizo un esfuerzo para beber en esas
condiciones desgraciadas.[xi]
Un
jinete inglés desmontado avanzó en medio del humo hacia la línea de infantería;
su paso era peculiarmente rígido, y él parecía sostener un pañuelo sangriento
junto al corazón, pero lo que parecía un paño era una herida amplia y terrible:
una bala arrancó completamente la carne de su hombro izquierdo y del pecho
llegando hasta sus costillas, su corazón estaba descubierto. Era una visión
triste pero noble, su paso apenas indicaba debilidad, y su voz nunca vaciló. El
nombre, de este hombre inflexible, era Williams; él murió a una distancia corta
del campo de batalla, en los brazos de su hijo, un joven de catorce años que
había seguido a su padre a la península con esperanzas de obtener una comisión,
porque no tenían influencias para conseguirla de otro modo[xii].
Las tropas inglesas se reagrupan con la intención de
tomar un pequeño respiro, pero se vuelve a dar la voz de alarma; por el camino
de Alaejos viene el grueso del ejército francés. Marmont al comprobar que las
fuerzas que hay en Castrejón son sólo una parte del contingente aliado, se
dispone a envolverles. Wellington da la orden de retirada hacia Torrecilla de
la Orden, y desde allí al Guareña, donde podrán defenderse con el resto del
ejército. Castrejón y Torrecilla están comunicados por un camino recto de unos
cinco kilómetros y medio que atraviesa un terreno llano, y de un amarillo
intenso debido a la madurez del trigo en esta época del año.
CAMINO QUE UNE CASTREJÓN CON TORRECILLA DE LA ORDEN, AL FONDO, POR DONDE SE RETIRAN LAS TROPAS DE WELLINGTON |
Comienzan la
marcha bajo un fuerte fuego de artillería que proviene de la batería que los
franceses han instalado en la elevación sobre Castrejón[xiii].
A partir de este momento se produce una
marcha paralela donde los ingleses intentan llegar al Guareña y los
franceses cortarles el paso:
Nuestra división estaba a la parte posterior, nos movíamos en
columnas separadas como a una cuarta, con las bayonetas fijadas listas para
formar en cuadro, y rodeados por los cuerpos de nuestra caballería. Evitar una
acción parecía imposible. La infantería de los enemigos estaba en movimiento, y
marchábamos lejos de ellos tanto como podíamos. Mientras los tiros llegaban por
nuestro flanco, una división francesa vino directa a atacarnos y para detener
nuestro avance hasta que llegaran las otras, nos obligaron a abandonar el
camino, pisoteando el trigo. La caballería alemana pesada maniobró alrededor de
nosotros para alejar a los enemigos. El país era abierto, y estábamos rodeados
de maíz. Los hombres sufrieron mucho, debido a la rapidez de los movimientos y
del calor que hacía. Nos permitieron otra vez alcanzar el camino (debido a
nuestra superioridad numérica de la caballería). Un poco más adelante el camino
descendía en pendiente haciendo una curva, alcanzando una corriente sucia, era
el Guareña.[xiv]
Los movimientos que siguieron presentaron el espectáculo militar
más hermoso imaginable. El enemigo se esforzaba por dar la vuelta hacia nuestra
izquierda, los dos ejércitos marchaban en líneas paralelas, cerca el uno del
otro en un llano perfecto, cada uno listo para aprovecharse de cualquier
abertura de la otra, e intercambiaban tiros mientras que se movían hacia
adelante. Nuestra división marchaba con el orden y la precisión de un día de
entrenamiento en columna abierta de compañías y preparados para recibir al
enemigo en cualquier forma. Nuestra caballería les cerraba el camino así como
nos protegía la retaguardia. Nuestro movimiento fue apoyado por un cuerpo
formidable de nuestros propios dragones[xv].
La
4ª división marcha a la derecha (sufriendo las mayores bajas), la división
ligera a su izquierda y la caballería en los flancos y cerrando la formación.
Al llegar a Torrecilla de la Orden se une la 5ª división, que se había
trasladado desde Cañizal, para cubrir la retirada de las fuerzas de Cotton. No
entran a la población, para evitar retardar la marcha y ser alcanzados por los
franceses. Éstos se encuentran mucho más fatigados que los soldados ingleses,
han recorrido cerca de 52 kilómetros seguidos (salvo la parada hecha en Nava
del Rey) y no consiguen alcanzarles. Después de unos seis kilómetros llegan al
vado del río Guareña[xvi].
Debido al calor y al cansancio, algunos soldados ingleses se detienen a beber,
ocasión que aprovechan los franceses para, desde una altura cercana,
dispararles con artillería, causando varias bajas. Una vez cruzado el río, se
dirigen a las posiciones defensivas que Wellington ha dispuesto en las alturas
que van desde Castrillo de la Guareña hasta Olmo de la Guareña, teniendo la
mayor fuerza posicionada alrededor de Cañizal.
TRAS PASAR TORRECILLA DE LA ORDEN, EL CAMINO LLEGA A LA ALTURA QUE DOMINA EL VALLE DEL GUAREÑA. EN LA FOTOGRAFÍA EL CURSO DEL RÍO, EN REALIDAD UN SIMPLE ARROYO, SIGUE LA LÍNEA DE ÁRBOLES
|
VADO DEL GUAREÑA
|
Detrás, las tropas francesas se
ceban con la villa de Castrejón de Trabancos. Furiosos por las largas marchas a
las que han estado sometidos, cometen todo tipo de abusos con los atemorizados
vecinos:
… El dieciocho de julio del mismo año [1812] en que dio
principio en esta villa la batalla de Arapiles, se apoderaron los franceses del
pueblo cometiendo las mayores atrocidades con sus habitantes. Robaron cuanto
había en las casas y quemando algunas perecieron en esta desgracia, y en las
manos por donde posteriormente anduvo el oficio, casi todos los papeles…
… Se hicieron los franceses dueños de esta villa y
después de haber cometido con sus habitantes las mayores atrocidades saquearon
y robaron todo lo que había en las casas quemando varias de ellas, robando
también la iglesia, llevándose los ganados y papeles así de particulares como
del oficio e iglesia, de manera que sólo se hallaron muy pocos y éstos
destruidos y arrojados por las calles y los campos y sin concierto alguno…[xvii]
Clausel
marchó por Alaejos para caer sobre Castrillo de la Guareña; allí intenta
disputar las alturas situadas enfrente de la población al ejército aliado, pero
después de sufrir numerosas bajas debe volver a cruzar el río. Marmont no ha
sabido aprovechar la ventaja conseguida con el rápido cruce del Duero; no ha
podido derrotar a las fuerzas de Cotton (de haberlo conseguido, su superioridad
numérica habría sido definitiva para derrotar a Wellington). Achaca el fracaso
a los mediocres mandos que dirigen su caballería:
Se
apresuraron a retirarse [las
divisiones de Cotton] por un llano que domina el pueblo de Torrecilla de la
Orden, y hacia el cual nosotros íbamos. Ya los habíamos desbordado, y si
hubiera tenido una caballería superior o al menos igual a la del enemigo, se
hubieran destruido estas divisiones. No los perseguimos con todo el vigor
posible, y durante las tres horas de marcha, fueron abrumadas por el fuego de
nuestra artillería, que hice llevar a caballo, y al cual podían difícilmente
responder. Protegidas por una numerosa caballería, se dividieron remontando el
Guareña para pasar este río con más facilidad. Si, a pesar de mi inferioridad
numérica de caballería, hubiera tenido conmigo al general Montbrun, hubiésemos
obtenido un gran éxito[xviii].
Además, su plan de alcanzar Salamanca,
cortando así la retaguardia del ejército aliado, se ha visto frustrado ante la
posición defensiva tomada por Wellington, una vez que ha conseguido juntar sus
tropas. Durante lo que resta del día 18 y la mañana del 19 el mariscal francés
deja descansar a los soldados, para a continuación emprender una serie de
marchas con la intención de superar al ejército de Wellington; éste marchará
parejo a su enemigo (bordeando el Guareña), no consiguiendo ninguno de los dos
ventaja alguna. El 22 de julio estos movimientos les llevarán a entablar una
cruenta batalla, conocida como de Los Arapiles
[ii] GEORGE, JOHN COOKE, The Personal Narrative of Captain Cooke, of the 43rd regiment light infantry, London 1831
[iii] En la actualidad el río Trabancos está seco a causa
de la proliferación de pozos en su cuenca.
[iv] El antiguo camino entre Castrejón de
Trabancos y Nava del Rey transcurre paralelo al río Trabancos, todavía hoy
existe. La carretera actual fue construida posteriormente.
[v] GEORGE,
JOHN COOKE, The Personal Narrative of Captain Cooke, of the 43rd regiment
light infantry, London 1831
[vi] NAPIER
W. F. P., History War in the Peninsula and in the south of France vol. IV,
London 1851
[vii] GEORGE, JOHN COOKE,
The Personal Narrative of Captain Cooke, of the 43rd regiment light infantry,
London 1831
[viii] Fuentelapeña, 17 de julio de 1812:
1. El comandante de las fuerzas notifica que
durante el período que el ejército esté cerca del enemigo, como en la
actualidad, un arreglo se debe adoptar respecto al bagaje y la munición. El
comisario facilitará el bagaje a las tropas, y los oficiales deben tenerlo con
ellos para evitar que produzcan inconvenientes en los movimientos del ejército.
2. Mientras dure el calor, el comandante de
las fuerzas solicita que las tropas se acantonen en la ciudad durante el día,
si esto es posible, pero a la noche deben salir. Los oficiales deben conocer
todos los caminos alrededor de la población para poder conducir a las tropas.
3. Todo el bagaje y almacenes de todas las
especies se deben embalar cada tarde a la puesta del sol, y se deben colocar en
una situación adecuada para ser sacadas de la población, excepto el bagaje de
los oficiales generales que pueden residir en la ciudad, y los animales para
llevar el bagaje debe estar cerca de él.
4. Todo el bagaje y almacenes, cada mañana a
la hora en que las tropas marchen, deben ser cargados.
Wellington
Supplementary
Despatches and Memoranda of Field Marshal Arthur, Duke of
Wellington, K.G. volume the seventh., London 1860
[ix] GEORGE,
JOHN COOKE, The Personal Narrative of Captain Cooke, of the 43rd regiment
light infantry, London 1831
[x] KINCAID
J., Adventures in the rifle brigade, London 1830
[xi] GEORGE,
JOHN COOKE, The Personal Narrative of Captain Cooke, of the 43rd regiment
light infantry, London 1831
[xii] NAPIER
W. F. P., History War in the Peninsula and in the south of France vol. iv,
London 1851
[xiv] GEORGE,
JOHN COOKE, The Personal Narrative of Captain Cooke, of the 43rd regiment light
infantry, London 1831
[xv] KINCAID
J., Adventures in the rifle brigade, London 1830
[xvi] Al rebasar Torrecilla de la Orden las fuerzas
anglo-portuguesas se dividen, dirigiéndose un contingente hacia el vado de Olmo
de la Guareña, continuando el resto hacia el Guareña para dirigirse a Cañizal.
[xvii] En 1819 el intendente de la provincia de Zamora
remite una orden al Ayuntamiento de Castrejón para que formalice un expediente
donde se justifique la venta de terrenos de propios durante los años de la
Guerra de la Independencia. El Ayuntamiento alegó en su momento que no podía
justificar las cargas económicas que había sufrido durante la contienda, ya que
el 18 de julio de 1812 los franceses quemaron y dispersaron todos los papeles
del archivo del Ayuntamiento. Por lo tanto el intendente ordena incluir en el
expediente una declaración jurada de varios testigos donde confirmen este
hecho. Otros testimonios de lo que ocurrió tras la batalla, y que figuran en el
informe remitido al intendente, son:
Es cierto que en el día diez y ocho de
julio del año pasado de mil ochocientos doce con motivo del principio de la
batalla para los Arapiles que se dio en esta villa se apoderaron los franceses
del pueblo. Saquearon, forzaron, y atalaron todo lo que había en su término. Dejando
al declarante sin camisa y robando todo lo que en su casa tenía, sin perdonar
los papeles y títulos de pertenencia que tenía, y lo mismo hicieron en general
en todo el pueblo hasta la iglesia. Quemando por último varias casas y no se
encontraron después más que algún otro papel sucio y desmembrado entre los
basureros y campamentos en el campo.
…Cuyos estragos presenció el testigo por
haberse quedado en el pueblo y sintió haberlo hecho porque creyó que los
franceses hubieran quitado la vida de tantos golpes que le dieron.
…Entre otros hechos inhumanos que hicieron
los enemigos con esta villa y sus habitantes de que efectuaron saqueos
generales, forzaron mujeres de todas edades, quemaron casas y en una palabra
robaron hasta la iglesia sin quedar en ella desde lo más sagrado ni una
sabanilla de los altares.
A.H.P.V. protocolo
legajo 13885
El saqueo de la iglesia, tal como los declarantes
afirman, no llega a producirse. La visita periódica a la parroquia no encuentra
ninguna pérdida en los objetos sagrados:
1 de octubre de 1812. El Sr. D. Josef
Suarez Talavera, provincial abogado de los Reales Consejos, Vicario Juez
Ordinario Eclesiástico, y visitado general de la villa de Medina del Campo su
abadía, y medianas con el obispado de Ávila […] pasó a hacer la Santa visita
local de la única Iglesia Parroquial de esta villa de Castrejón, y constituido
en ella procedió a reconocer como efecto reconoció el Sagrario, Copón y
Sagradas formas que se hallaban con el aseo y decencia correspondiente, y así
mismo los santos oleos, que sin embargo de los acasos ocurridos en esta época
tan desgraciada, estaban bien surtidos y con la limpieza que se requieren…
A.G.D.V., libros de cuentas de la parroquia de
Asunción de nuestra señora, Castrejón de Trabancos, caja nº 2 1735-1929
Con toda seguridad los habitantes exageraron el
daño causado por lo franceses para, de alguna forma, justificar la venta
producida de bienes comunales.
miércoles, 13 de julio de 2016
PLACA CONMEMORATIVA DEL ATAQUE A LOS FRANCESES EN JUNIO DE 1813 ENTRE BEASÁIN Y LAZCANO (GUIPÚZCOA)
Tras la batalla de Vitoria los franceses se retiran camino de Francia. Inmediatamente el ejército aliado sale tras ellos para intentar rentabilizar el mayor éxito en la batalla ganada. El 24 de junio las tropas al mando del general británico Graham se encuentra con la retaguardia de las del francés Maucune produciéndose fuertes enfrentamientos. Parte de la lucha sucedió entre las localidades de Beasáin y Lazcano (Guipúzcoa) y en ese lugar, en 1908, se descubrieron los cadáveres enterrados de los soldados franceses fallecidos. Un pequeño monumento lo recuerda.
En la placa se indican que los sucesos tuvieron lugar el 23 de junio y en realidad fue un día después, el 24
Parte del Geneal Graham detallando la acción:
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