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miércoles, 23 de enero de 2013

TRAS LA PISTA DE LA BATALLA DE TUDELA

DIARIODENAVARRA.COM
21/1/2013 DIEGO CARASUSÁN. TUDELA



 Un detector de metales recorre el cerro de Santa Quiteria, a las afueras de Tudela. Su portador, el arqueólogo local Juanjo Bienes Calvo, no despega la vista del suelo, concentrado en su labor. La máquina vuelve a pitar y el investigador se agacha para cavar la tierra. A unos 20 centímetros de profundidad aparece una hebilla de hierro perteneciente a un correaje, probablemente de uno de los caballos que, el 23 de noviembre de 1808, participaron en la Batalla de Tudela, el enfrentamiento armado más importante que ha tenido lugar en suelo navarro en toda su historia.

El incesante pitido del detector contrasta con el de los disparos de cañón y fusil que, en ese mismo lugar, hace ya más de 200 años, sonaron, también de modo incesante, entre las tropas francesas, vencedoras de la contiendas, y las españolas.
Además de esa hebilla, los trabajos llevados a cabo por el equipo de Juanjo Bienes en los dos últimos años han hallado más de 300 piezas. Entre ellas destacan decenas de restos de munición de una batalla que todavía guarda secretos.

La toma de Tudela fue considerada como clave por Napoleón. Su puente sobre el Ebro era vital para el futuro asedio de Zaragoza.
La línea de defensa española, compuesta por 30.000 hombres al mando del general Castaños, se estableció a lo largo del río Queiles, desde el cerro de Santa Bárbara -donde ahora se ubica el Corazón de Jesús- hasta Cascante.

Al otro lado del cauce, el mariscal francés Jean Lannes, al frente de otros 30.000 soldados, ordenó la toma del cerro de Santa Bárbara y el avance hacia Cascante y Murchante.

Castaños ordenó a Lapeña, ubicado en Cascante, que cerrara la línea hasta Tudela, algo que no cumplió, dejando un hueco que resultó crucial.

Los franceses tomaron Santa Bárbara mientras su caballería atacaba Santa Quiteria, lo que provocó el desmoronamiento del ala derecha española.

La batalla estaba perdida, con 600 muertos, 2.500 heridos y 1.300 prisioneros en el bando español, por los 44 muertos y 513 heridos entre las tropas francesas. Ese fue el balance de una batalla cuyo eco todavía resuena en Tudela.

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 Tudela, Fermín Pérez-Nievas - Miércoles, 16 de Enero de 2013

Monedas, munición, restos de metralla, medallas y botones. Esos son los restos que quedan en la zona de Santa Quiteria 205 años después de que se librara una de las batallas más importantes de la invasión francesa. Entre los meses de octubre y diciembre del pasado año, varios vecinos de la capital ribera han llevado a cabo una campaña de búsqueda de objetos de aquel enfrentamiento del 23 de noviembre de 1808 que costó la vida a miles de soldados españoles (6.000 bajas entre muertos y prisioneros) por 48 de los franceses. La intensidad de los combates y la desbandada final de las tropas que defendían la línea del Queiles entre Tudela y Cascante hizo que numerosos enseres quedaran extendidos a lo largo de kilómetros. Dos siglos después, lo que no recogieron los ejércitos, los vecinos y los curiosos sale a la luz.
los objetos Con la autorización y el visto bueno de Príncipe de Viana un grupo de vecinos de Tudela ha examinado un terreno que ronda las cinco hectáreas situado frente al campus de la UPNA, entre los campos de fútbol de Santa Quiteria y la estación eléctrica. Al frente de este grupo se encontraba el arqueólogo Juanjo Bienes, que ha dirigido esta seguna campaña que acaba de finalizar y ya han solicitado una tercera para aproximarse más a la ermita de Santa Quiteria.

De entre lo encontrado destacan unos 50 proyectiles de plomo (aún no se usaban balas), una moneda prusiana del rey Guillermo III, restos de una bala de cañón, botones, munición y varias monedas romanas del siglo III o II antes de Cristo. La moneda prusiana revela que fue traída por un soldado del Ejército de Napoléon que la consiguió "en la paga por las batallas en Austria o por los asaltos y saqueos que hacían en las ciudades que entraban", explica Bienes. En lo que respecta a los fragmentos de metralla de una bomba explosiva pertenece a una bola de cañón de más de 20 centímetros de diámetro, "tiene 3 centímetros de grosor y debía pertenecer a un mortero de un tamaño muy importante". Junto a estos objetos aparecen también botones de la época, mezclados con otros de las guerras carlistas, con la efigie de Isabel II, y cruces de rosarios y medallas.

Bienes explica que es difícil encontrar objetos de mayor entidad ya que "después de una batalla se entierra a los muertos, las armas propias o del enemigo se recogen, los objetos o se rompen o están con los muertos o los aprovechan. Sólo quedan cosas que pasan inadvertidas y con el tiempo los cubre la tierra".

Pero si algo ha llamado la atención, porque es la segunda vez que aparece en esta zona, son monedas de la Roma republicana de la época de la conquista de la península, en los siglos III y II, antes de Cristo. "Son algo excepcional, se acuñaron en la península Itálica y sorprende que estén aquí. Pudiera ser que fuera de algún campamento militar que estando en campaña vigilara la ribera del Queiles y del Ebro", concluye.

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